domingo, 27 de febrero de 2011

El Gral. Carlos Soublette

La  Escuela  Integral  Bolivariana  “General  Carlos  Soublette”,   lleva  el  nombre  de  un ilustre   prócer   y   estadista   nacido  en  La  Guaira   el  15 de  Diciembre   de   1789. Hijo de Antonio Soublette y Piar y de Teresa Jerez de Aristiguieta y Blanco.
Muy joven se incorporó a las filas de Francisco de Miranda como portaestandarte y, gracias a sus innatas condiciones, el generalísimo lo ascendió a teniente coronel con la responsabilidad de subjefe de la sección de caballería. Miranda le brinda aún más confianza, cuando le hace su secretario militar y, en 1812, primer ayudante de campo.
En este mismo año de 1812, el 12 de febrero, Carlos Soublette se casa con Olalla Buroz y Tovar, ambas familias de abolengo. Enamoradizo y mujeriego, Soublette le fue infiel a Olalla, quizás porque no era una mujer bella: él la llamaba mi urraca. Celosa, pero resignada, sufrió mucho con las veleidades de su esposo. Un día explotó con esta frase: mi esposo es un conquistador de quincalla: disciplinado como es, en sus constantes infidelidades se cree autorizado para cometerlas por el ejemplo de Bolívar en Colombia y de Páez en Venezuela. Se cuenta que en otra ocasión llega el presidente Soublette bien entrada la noche, encuentra la puerta cerrada, toca una y otra vez; cuando, finalmente, le contesta doña Olalla, al preguntarle su identidad, él responde: soy yo, el presidente; a lo que la airada esposa riposta con ironía: debe haber un error; el presidente es un hombre serio y está durmiendo desde temprano, como corresponde. Y no le abrió la puerta.
Perdida la primera República, Soublette emigra a Haití y participa en la expedición de Los Cayos (1816) y contribuye al éxito de muchas acciones honrosas en oriente. En 1819 acompaña al Libertador a la Nueva Granada, batiéndose con heroicidad al igual que José Antonio Anzoátegui, a tal punto que cuando Bolívar recibe en Bogotá las coronas de laureles, las coloca en las sienes de Soublette y Anzoátegui, diciendo que eran ellos quienes las merecían.
Instalado el Congreso de Angostura (1819), Soublette es nombrado director de la guerra en las provincias del centro y vicepresidente de la República.
Después de la batalla de Carabobo le correspondió realizar la campaña contra los realistas que se habían refugiado en Coro y Maracaibo, hasta que fueron definitivamente desalojados en julio de 1823 cuando se dio la memorable batalla naval del lago de Maracaibo.
Con el grado de general de división, Soublette actúa como intendente del Magdalena; luego es nombrado ministro de Guerra y Marina en Bogotá. En 1829 firma el acta que se envía a Bolívar participándole la decisión de Venezuela de separarse de Colombia. Este era un viejo pensamiento de Soublette que cuajaba también en la mente de muchos distinguidos venezolanos de la época.
En 1835, siendo vicepresidente, fue designado por el gobierno venezolano para que arreglara con España un tratado de reconocimiento de la independencia; inició las conversaciones, pero la renuncia de Vargas como presidente le hizo volver a la patria, llamado para concluir el período presidencial, en su condición de vicepresidente.
La forma armoniosa como condujo el país interinamente hizo que se pensara en él nuevamente para el período 1843-1847. Electo presidente constitucional con el 66,66 % de los votos, se posesionó el 28 de enero de 1843. Realizó una brillante labor que fue reconocida por propios y extraños, pese a la tenaz oposición de algunos periodistas que lo insultaban soezmente.
Dice Arroyo Lameda que "la presidencia de Soublette marca uno de los períodos más felices y fructíferos de la historia de Venezuela".
Durante su gobierno se indultó a los comprometidos en la revolución de las reformas, pero, en cambio, se le dictó sentencia de muerte al coronel Francisco María Farías, prócer zuliano, por haber encabezado una insurrección en Maracaibo.
En 1845 se firmó el Tratado de Reconocimiento de la Independencia, Paz y Amistad entre España y Venezuela.
Soublette se caracterizó por un escrupuloso manejo de los dineros del Estado. Dio rienda suelta a la libertad de expresión, lo que fue aprovechado inescrupulosamente por algunos panfletarios. Una anécdota pinta de cuerpo entero al Soublette demócrata y comprensivo:
Francisco Robreño representó como galán algunas obras en El Coliseo de Caracas. También escribió teatro. En una de sus obras, Excelentísimo Señor, se burlaba del presidente Carlos Soublette. Este ordenó que se presentara en su despacho con los originales de la obra teatral. Impuesto Soublette del contenido de la pieza, comentó:
"Efectivamente, veo que usted se burla un poco de mí, pero no está mal: yo esperaba algo peor. Venezuela no se ha perdido, ni se perderá nunca, porque un ciudadano se burle del presidente. Venezuela se perderá cuando un presidente se burle de los ciudadanos."
Murió el viejo prócer a los 80 años de edad, el 11 de febrero de 1870, en Caracas. Como homenaje póstumo a este servidor de la patria, Felipe Santiago Casanova escribió: "Hoy, al pagar su tributo a la naturaleza, después de ochenta años de edad, el soldado en los días de peligro, el Magistrado en el Despacho Administrativo, el Diplomático defendiendo los derechos de su Patria en Europa, el Legislador en muchas de nuestras Asambleas, y el estadista a quien tanto debe esa misma patria, deja por toda fortuna a su familia una noble indigencia y un nombre inmaculado".
Los oficios religiosos se realizaron el día 14 en la Iglesia Metropolitana, de donde el cadáver fue trasladado al cementerio de Los Hijos de Dios. El diario La Opinión Nacional completa la necrología:
"Deja un bastón -el que usó cuando fue el Jefe de la Nación, el que en sus manos significó la verdadera República, el poder de la ley- deja un sombrero, un par de charreteras y una espada. No deja más: no tiene otros bienes." Sus restos reposan en el Panteón Nacional desde el 7 de febrero de 1970.
El  General Carlos  Soublette,   es   ejemplo de  entrega, constancia, valentía, responsabilidad,  solidaridad  y  amor  a la  patria   que   cada uno de   los venezolanos  deben   imitar.

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